[...] En definitiva, pensó que ya nada tenía sentido. Con lágrimas en los ojos se rehusaba a seguir hacia el sur. Pero en su alma ya no concebía otro camino. Y al rato sus lágrimas se fundieron con el agua del río. Y la corriente contaminada se transformaba en un río cristalino. Ya no sentía tristeza. Se hallaba libre de dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario