sábado, 21 de noviembre de 2009

Old times came back

La vida es una sucesión de ciclos. Termina un ciclo, comienza un nuevo ciclo. Nunca se llega a un final, ni aún estando muertos. El ciclo que comienza con la muerte puede no terminar jamás...

Esta vida tiene motivos extraños, y formas de funcionar muy peculiares. El sufrimiento necesario para alcanzar lo que queremos a veces es muy grande. El tránsito por las etapas más oscuras de nuestras vidas es solo una forma de alcanzar maduración y crecimiento y poder apreciar de una mejor manera la superación de esa etapa.

Tiempos de cambio se avecinan. Está en nosotros aprovecharlo.


Gracias a todos aquellos que se sientan aludidos por haber colaborado desinteresadamente con este cambio de ciclo. Gracias de veras.

sábado, 17 de octubre de 2009

Yendo hacia el sur (in fine...)

[...] En definitiva, pensó que ya nada tenía sentido. Con lágrimas en los ojos se rehusaba a seguir hacia el sur. Pero en su alma ya no concebía otro camino. Y al rato sus lágrimas se fundieron con el agua del río. Y la corriente contaminada se transformaba en un río cristalino. Ya no sentía tristeza. Se hallaba libre de dolor.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Note from Mr. Ichiro's diary II

"May it be too late? Is there a way back? I just cant seem to figure it out.

Sitting in the middle of somewhere, in the middle of nowhere, I watch my soul as it flies away. As the birds when they start to fly, my life begins to fade away.

Just cant see any hope."


... and the boy stood up and walked. He couldnt manage to see things in any other different way. He only saw them in the way they were, as they always were.

He was just too young and too tired...

sábado, 22 de agosto de 2009

El día que nada pasó

Te levantás y pensás:
"¿Pasará algo bueno el día de hoy?"
Y todo te demuestra que quizás
haya chance
de que los hechos viren.
Pero luego razonás
y no querés que tus ojos miren.

Un día que no debió empezar,
o simplemente fue
una mañana para no despertar,
tal vez.
Pero ahora te preguntás
¿Porque no me decido y ya?
La solución se acerca más.

Sigue el día y te reconfortás:
"Aún puede pasar algo"
Una señal puede quizás
tu vida salvar.
Puede ser solo un gesto
que nunca llega
cuando el fin da comienzo.

Extrañás esa caricia
que no fue.
Ese amor deseado
que nunca existió.
Ese sueño ideal
que partió.

Perdiendo toda esperanza
el día termina
y te repetís aunque cansa:
"¿Pasará algo?"
Es el gesto que no llega,
el amor que no aparece,
y ese dolor que pesa.

La idea da vueltas nuevamente
"no pertenecés a este mundo"
ya no querés hacerle frente
más.
Si ya nada cambia
de que vale el esfuerzo
solo la tristeza avanza.

Extrañás esa caricia
que nunca fue.
Ese amor deseado
que nunca existió.
Ese sueño ideal
que partió.

Tu auto arrancás
seguro de que nada va a pasar
y la noche observás.
Acelerás.
Ya no hace falta mirar,
vas con rumbo incierto
hacia tu destino final.

lunes, 8 de junio de 2009

Porcupine Tree

Banda altamente recomendable. En especial escuchar... todos los discos



Dried up, a guitar upon my knee
I should have sold out when the devil came for me
Dig a hole and throw it out to sea
Break the code, how happy I could be

I still wave at the dots on the shore
And I still beat my head against the wall
I still rage and wage my little war
I'm a shade and easy to ignore

White wall, I had to paint a door
I always find that I've been through it before
Close it up and throw away the key
Break the code, how happy I could be

I woke up and I had a big idea
To buy a new soul at the start of every year
I paid up and it cost me pretty dear
Here's a hymn to those that disappear


Buying New Soul - Porcupine Tree

miércoles, 27 de mayo de 2009

martes, 19 de mayo de 2009

Tanatofobia

La tanatofobia es el miedo a la muerte. ¿Cuál será el nombre para el miedo a la vida? Aquél que corresponde al temor de seguir subsistiendo sin que nada cambie, sin poder encontrarle un sentido a los hechos.

Sin embargo, es llamativo que el resultado del temor a la vida siempre se cumple, tengamos o no fobia a ella. Todos morimos, es inevitable. Con algunos solo pasa de repente, otros después de un proceso forzoso, y otros por voluntad propia.

Él no sabía si tendría ese miedo a la vida. No sabía cuál era la raíz de su problema. No podía decir si su final estaría dentro del grupo de aquellos que decidían morir por su cuenta, acabando con ese constante sufrimiento de los que viven en un mundo donde no corresponden...

"Que libro tan vulgar. Esa historia ya la he leído", dijo un transeúnte que se había detenido unos momentos en una librería y leyó la síntesis de lo que sería, sin duda, otra aburrida historia.

viernes, 24 de abril de 2009

El Mundo Amado

Cierro los ojos. No es sino hasta que estoy bien dormido que logro llegar a Aranfundaba. Me lo recomendaron hace algunos años y no hay noche que no desee ir. Sin embargo, no siempre puedo. Hay días que estoy terriblemente cansado y mi bus pasa de largo, dándome cuenta al rato que no estoy ahí sino de vuelta en mi habitación.

Soy oficinista. Vivo en un pequeño departamento de una gran metrópolis. Tomo el subterraneo todos los días muy temprano para ir a trabajar. La ciudad recién se despierta y yo ya estoy en la oficina, instalado en el mínisculo cubículo en el que pasaré el resto del día. El viaje no dura mucho y se acorta aún más porque siempre cierro mis ojos y me concentro en la música que escucho en mi reproductor de mp3. Solo siento que el vagón se llena más y más de gente. Algunos me pisan, pero mi concentración es impasible.

Vivo solo. Tal vez eso me permite viajar a Arafundaba con tanta libertad. Hace años que no veo a mi familia y cada vez me hallo más acorralado en mi hogar sin ganas de salir. No es por miedo, es sólo que me siento más a gusto estando acompañado por mis discos de jazz y mis libros.

No sé cocinar y casi a diario pido comida china en el mismo lugar. Trámite sencillo: llamar por teléfono, pedir mi chaw fan y a la media hora llega el pedido.

- “Aquí tiene, son $30. Por favor, colabore con el cambio”, es la frase que siempre escucho del muchacho que me trae la comida. Desconozco la razón de tanto formalismo, dado que siempre es la misma persona la que me trae el pedido, más aún siendo que el local queda a 20 metros de donde vivo. De cualquier forma, pago justo, dejó una generosa propina, y me dirijo al ascensor. Arriba me espera el gran ritual.

Como apaciblemente y en silencio. El televisor hace bastante tiempo que no es encendido y, de hecho, creo que debe estar descompuesto. Finalizada la cena, me dispongo a darme un baño. El último paso del ritual es prender mi reproductor musical y escuchar algún disco de John Coltrane. Será el turno de Blue Train, excelente disco.

Ya está todo listo. Mi ritual preparativo para viajar a Arafundaba ya ha concluido.


Hay paisajes verdes y rocas imponentes por todos lados. Me hallo en paz. La energía de la tierra me acoge y me protege. Atravieso el monte de La Contemplación en un surco por el que fluye la carretera. Al lado corre el Río Musgo y lo observo por la ventana, tan frío y, a la vez, tan hermoso. Su cauce es poderoso e hipnótico. Su color verde hace perder a uno la línea de pensamiento, sin poder concentrase en nada más que en él.

Por fin llego a la Ciudad Central. No hay otros humanos alrededor, sino que el lugar se encuentra lleno de Ris´bufcks, escolates y mantas reales caminando pacíficamente por las calles. Todas razas extremadamente amables y bondadosas. Cada raza tiene su Templo, sin embargo el acceso es libre para todos.

Los miembros de cada raza me han enseñado muchas cosas. De los Ris´bufcks aprendí la templanza; de los escolates el amor incondicional; y las mantas reales me enseñaron su cultura, ya que estoy pensando en vivir con ellos un tiempo. De hecho, frecuento a una manta real B, con la cuál me pondré de novio. Este increíble fenómeno interracial solo es posible desde que las mantas reales son una raza de dos sexos. Los escolates se dividen en 5 tipos de sexo (lo que hace imposible todo tipo de acercamiento con fines sexuales, ya que no poseen un tipo equivalente a la mujer humana) y los Ris´bufcks son asexuados y se autoreproducen.

Después de pasear un largo rato, camino por el gran monte de La Sabiduría y contemplo la impresionante vista debajo. Las nubes recorren el cielo como grandes algodones flotantes y pueden divisarse construcciones de colores blanco, verde, rojo y amarillo, formando un extraordinario paisaje. Seres de otras razas, de otros mundos, pululan la ciudad, así también como animales que nunca antes he visto. Y yo me encuentro en paz, en armonía. Al menos hasta el momento en que deba abandonar Arafundaba.


El día de hoy fue muy estresante. Vuelvo a mi hogar en un subterráneo infestado de gente, padeciendo un interminable viaje. Cada vez odio más esta realidad y deseo ir a Arafundaba con mayor frecuencia. Día tras día me acuesto más temprano para ir a mi mágico lugar y poder pasar más tiempo allí. Extraño sus paisajes, la idiosincrasia de sus habitantes y la armonía que mi alma siente en todo ese mundo. El acogedor amor de ese mundo, escondido para todo el resto de los seres humanos, es un sentimiento adictivo por el que sufre cada músculo de mi cuerpo los días que no voy.


Decidí vivir en forma permanente en Arafundaba. Preparé mis cosas (en realidad, verifiqué que la llave de gas estuviera cerrada, al igual que la puerta), llamé a mi jefe para renunciar a mi empleo y efectué por última vez el ritual previo al viaje. Ordené mi cuarto, guardé la ropa y lavé los platos. Esta vez decidí escuchar A Love Supreme y fascinarme con sus interminables solos de contrabajo y saxo.

Ya todo estaba listo. Saludé por última vez al mundo y me dispuse a viajar a Arafundaba de forma permanente. El líquido de mi último y fatal trago de bebida baja por mi esófago. Es el último elemento del ritual para residir definitivamente en mi mundo amado. Mis ojos se cierran y lo último que llego a ver de este mundo es la caja de cianuro apoyada en mi mesa de noche. Ya pierdo la noción, y empiezo mi último viaje. Mi bus llega a Arafundaba y me reciben con alegría e innumerables voces cantan armónicamente melodías que jamás he escuchado. Las nubes pasan dejando ver un cielo soleado. Será otro día hermoso en Arafundaba.


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Los árboles poseen una dura corteza. Tal vez por eso resisten mejor los golpes del destino. Sin embargo, tengamos presente esto: los árboles más duros sobreviven; en cambio los débiles son propensos a caer por una mera tormenta

(Nota mental: recordar a los árboles y su sabiduría)


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No fue sino hasta que me encontré con el Castor Jefe que comprendí mucho sobre la vida. El Castor Jefe me enseñó el modo de vida de su pueblo y los grandes rascacielos que lograron construir. Vencieron a sus depredadores naturales y se reprodujeron hasta constituir una verdadera plaga que todo lo destruye y todo lo contamina.

Por algún motivo, siento que es una historia que ya he escuchado antes.


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Y las piedras bailaban un ritmo armónico y pegadizo. Los animales se conglomeraban alrededor y veían el show. Los árboles dejaban caer sus hojas, lenta y sincronizadamente.

Y todo era un espectáculo hermoso. En la oscuridad de la noche, solo iluminada por unos graciosos bichos de luz, El Baile de las Piedras tuvo lugar. Fue memorable por generaciones. Los lobos aullaban una preciosa melodía y los monos se sumaban al esplendoroso baile. Las panteras coreaban la melodía y los grandes animales de la selva, como los elefantes, leones e hipopótamos solo observaban y disfrutaban de la fiesta. Las aves abandonaban su reposo nocturno y volaban alrededor, entremezclandose con las piedras danzantes.

Y todo terminó al día siguiente. Los animales volvieron a su rutina, los árboles dejaron de arrojar hojas al viento. Las aves emigraron como todos los años. Elefantes y cebras volvieron a su comportamiento normal, y los leones y las panteras se dispusieron a cazar nuevamente. Se había acabado la tregua en la selva y todo retornó a la normalidad.

Y las piedras dejaron de bailar. Sin embargo, un pequeño grupo no deseaba dejar de bailar y al observar el regreso de la triste normalidad, decidieron partir hacia algún lugar en el que pudieran bailar por siempre. Dicen que fueron vistas en un lugar llamado Arafundaba.

domingo, 19 de abril de 2009

Recital de Fry / Those Eyes

El 30 de abril me estaré presentando con mi banda Fry en Acatraz. Los espero!!!



Para comprar las entradas pueden contactarme al mail que aparece en el perfil o a fryprog@gmail.com . Valor de las entradas: $10 (incluye una consumición).

Les dejo la letra de uno de nuestros temas:


Those Eyes


[I: Into Insanity]

My vision blurs,
my mind fools me
Reality is not clear
Where am I standing now?

Moving floor,
changing sky
And in my soul,
I feel them looking at me

Memories from an old day
is all I have
When those eyes
first stared at me

What are those sounds?
What is that fog?
Am I still at home?
Or it´s just my troubled mind?

[Me:] Is this what happens to a soul full of greed and selfishness?

[The Eyes:] The line that splits sanity from madness is thin and fragile


[II: The Chasing Eyes]

Your dreams are ruined,
your thoughts are twisted
Confusion we are spreading
into your mind and soul

You have a pending issue to solve
till madness and hate consume you
Blaming us has no sense
as you created what we are

--chorus--

These chasing eyes of insanity,
will never let your soul go.
Mistakes from the past you must pay,
it is no time to regret.

[III: Is there a way back?]

--chorus--

These chasing eyes of insanity,
will never let your soul go.
Mistakes from the past you must pay,
it is no time to regret.


Fry - Those Eyes

lunes, 13 de abril de 2009

Retorno Interminable (Parte XX)

Furiosamente entró a la habitación y cerró la puerta de un golpe. No podía creer la incompetencia de sus subordinados. Se sentó un momento a pensar, ya que la situación era grave: si la operación fallaba, traería aparejada la muerte de millones de personas. Era una gran responsabilidad, pero él estaba bien entrenado para enfrentar el problema. Muchos años al servicio del Estado le aportaban una gran confianza en sí mismo, aunque también le aportaban mucho nivel de estrés. De hecho, él recordaba ser mucho más amable y dócil de joven.

- General Nobile, estamos preparados- dijo un soldado.

- Ya era hora, no sé porque se demoran tanto. Ordenen que las tropas estén en posición. No permitiré que esos malditos rebeldes logren tomar el poder- contestó el General Nobile, tras lo cual se levantó de su silla y fue hacia la sala de mando.

Lo único que deseaba era que todo esto terminara. Sabía que si esta operación salía bien, le iban a permitir jubilarse con honores y teniendo solo 39 años. Las leyes de su país -más en tiempos tan difíciles- eran muy beneficiosas para los miembros de las fuerzas armadas. De todos modos, aún con sus 39 años, él se sentía viejo. Ya había perdido gran parte de la destreza que poseía de joven, y ya solo servía para dar órdenes.

Además, se sentía olvidadizo. Muchas veces debía pensar un largo rato para acordarse de sucesos recientes y, a veces, hasta olvidaba el nombre de su padre o determinados sucesos de su pasado. Él atribuía ese fenómeno exclusivamente al estrés que, en poco tiempo, se terminaría para siempre.

También extrañaba mucho su hogar, aquél que hace tanto tiempo dejó y el cuál siempre recordaba con frescura y cariño. Se preguntaba si Lucrecia aún lo seguiría amando, ya que él no dejaba de pensar en ella un solo instante, aún después de tantos años sin verla y sin poder siquiera hablarle. Le fue completamente imposible hacerlo, aunque no esperaba que ella entendiese. La misión para la que fue llamado era de una importancia vital para el país, y exigía vivir en la clandestinidad por tiempo indefinido. Pero pronto, todo llegaría a su fin y el podría retornar a su hogar.

Un subordinado directo lo interpeló acerca de los detalles de la operación. Nobile estaba nervioso e hiperactivo, pero confiado. El Coronel Briggs le dijo:

-Loan, este será tu pase a retiro sin lugar a dudas. Habrán fiestas y siempre se recordará tu nombre.

Ya estaba todo preparado. El General Nobile dio la orden y el ejército atacó con misiles sobre la población, pero en blancos estratégicos. Sabía la posibilidad de bajas civiles inocentes, más era una condición necesaria para sofocar la insurgencia.

Si bien deseaba luchar en el campo de batalla, no despreciaba su posición de general, aún cuando todo parecía lejano y distante ya que él actuaba según lo que se le informaba, y según los datos que le proporcionaban sus asistentes. A veces hasta pensaba que todo era un gran simulacro, como un videojuego en el que uno da las órdenes y los cambios sólo se aprecian en la pantalla, pero jamás en la vida real. Era un pensamiento muy estúpido, aunque así lograba que el remordimiento le pesara menos.

El coronel Briggs le informaba los avances y todo parecía marchar favorablemente. En poco tiempo, el foco insurgente habría sido derrotado. Sin embargo, el nivel de estrés del General Nobile había alcanzado un pico máximo.

De repente, todo estaba borroso y confuso. No recordaba que había hecho el día anterior y había olvidado su primer nombre. Luego olvidó su apellido, su pasado y su presente y su mente se sumergió en un vórtice del que no encontraba la salida. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo y empezó a ver todos los objetos de la sala de mando con siluetas no delineadas y borrosas. Un momento después, el General Loan Nobile cayó al piso desmayado.

No sabía cuanto tiempo había estado inconsciente. Se encontraba en un cuarto de hospital y el Coronel Briggs se hallaba a su lado.

- Tengo malas noticias - le dijo Briggs y agregó -la rebelión fue apaciguada... a costa de destruir por completo una región del país de la que solo queda un enorme hueco en el suelo. Debo confesarte algo... me agradabas, de veras. No hubiese querido que esto sucediese, pero no has sabido manejar bien la situación y cuando más necesario eras sufriste este desmayo.

- Soy tu superior, no podés hablarme en ese tono - le respondió Loan, que no dejaba de sorprenderse ante tal inédito discurso.

- Mi querido Loan, tengo que confesarte algo más - le dijo Briggs, - No sos superior de nadie, todo este tiempo fuiste sólo un títere. Las cosas no son lo que parece y alguien tiene que pagar el precio de este error y no seré yo.

Loan estaba perplejo y antes que pudiera decir algo Briggs agregó:

- Veré que el programa de lavado de cerebro sea llevado a cabo con el menor dolor posible. Te repito, me caes bien. ¡Sin rencores! ¡Hasta pronto Loan!

Antes que pudiera siquiera levantarse de su cama para increpar a Briggs, Loan empezó a sentirse mareado nuevamente y sufrió otro desmayo. Su mente volvió a entrar en un vórtice, uno del que ya no tendría retorno. Loan Nobile volvió a sufrir la manipulación de su cerebro.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Citas andinas



"El soroche me mata"

"De ahora en más sos RegateoWoman"

"¡Con esos pies de arcilla podés hacer una vasija!"


"Eso más que un puré, parece un te de papas"


"D sixty chu. D sixty chu"



Interpretenlo como se les de la gana. Solo para entendidos jajaja. Dedicado a mi amiga del alma.




Auspicia: Boticas Fasa


*** Dedicado a Marcelino, que nos observa desde algún lado, nos despierta a la mañana y nos desorochea cada día. ***


Además, un agradecimiento especial:


domingo, 22 de marzo de 2009

Madre Tierra

Una banda muy recomendable

Flor de Loto: Banda de Rock Progresivo peruana, que ha editado 2 discos hasta la fecha. Tienen la particularidad de mezclar las características tradicionales del género del rock progresivo con instrumentos y ritmos autóctonos de los Andes. Tienen una gran influencia de Jethro Tull, entre otras bandas similares.



Estoy aquí
vuelvo hacia ti
Pachamama
renace en ti
camino a seguir
Madre Tierra


Flor de Loto - Madre Tierra

viernes, 20 de marzo de 2009

Retorno Interminable (Parte III-C)

C)

Pero la suerte le dio una mano. ¿O habrá sido el destino?

Loan salió antes de lo pensado de la última materia que cursaba ese viernes. Lo único que deseaba era volver a su casa y dormir hasta que fuera de noche, así poder salir nuevamente con sus amigos, por lo que apuró la marcha para tomar el subte que salía en 15 minutos. Si bien no era torpe, ni era frecuente que le sucedieran este tipo de cosas, se tropezó al bajar la escalera a la planta baja, cayendo y lastimándose una rodilla que quedó sangrando y con un aspecto muy desagradable. Sin embargo, capaz por la euforia del momento, o por el hecho de que tenía mucho sueño, o porque todo el mundo volteó para verlo, disimuló el dolor, se incorporó y siguió caminando como si nada, culpando por lo bajo a una hipotética baldosa floja.

Cuando llegó a la puerta que daba al exterior, descubrió que había empezado a llover y que, de hecho, estaba lloviendo muy intensamente. Sumamente fastidiado, empezó a salir del edificio cuando recordó que tenía un paraguas en su mochila, aunque no sabía bien porque. La lluvia siempre lo ponía de mal humor, pero se sintió un verdadero privilegiado al no tener que mojarse como el resto de la gente, a la que el chaparrón la tomó por sorpresa.

Día peculiar: salió antes de clase; se tropezó estupidamente, lastimandose una rodilla; repentinamente empezó a llover, pero por algún motivo tenía un paraguas... En definitiva, se percató que terminó escapando del recinto a la misma hora que lo hacía todos los viernes.

Al llegar a la estación de subte, Loan se encontraba inmerso en sus pensamientos cuando de repente vio a Lucrecia a 10 metros. Era la primera vez que la veía allí y estaba seguro de que no vivía cerca de su casa porque siempre la veía tomarse el colectivo en la esquina de la facultad. Automáticamente cortó todo su hilo de pensamiento y su mente ya no podía concentrarse en otra cosa que no fuera en ella. Llegó la formación de trenes y Lucrecia se subió al mismo coche que Loan pero en el extremo opuesto. Había lugar de sobra, así que ambos lograron sentarse y podían verse a la distancia. Loan la observaba discretamente, cuidando de no ser visto por ella, aunque sabía que seguramente ni notaría su presencia.

La contemplaba como nunca lo había hecho con ninguna otra mujer. Por algún motivo sentía que era lo que siempre estuvo buscando, aún sin haber nunca cruzado una palabra. Podía imaginarse toda serie de eventos futuros con ella, todo un mar de felicidad. Aunque luego caía en la cuenta: era muy hermosa y nunca siquiera le esbozaría una mirada.

El tren llegó a la estación J, y Loan debía bajarse. Notó que Lucrecia también descendió pero orientada hacia la salida opuesta a la suya. Despidiéndose mentalmente de ella, Loan bajó la mirada y subió la escalera que lo llevaba hasta la superficie para luego caminar las 3 cuadras que lo separaban de su hogar.

Llegó a su departamento, completamente desganado -como todos los días y como todas las semanas- sintiéndose más deprimido que de costumbre. Mentalmente, comenzó a replanteándose su ritmo de vida y sus expectativas para el futuro. Se sentía triste y malogrado. Se dio cuenta que su soledad y su fracaso en la vida lo empujaban a salir de noche para emborracharse y olvidarse de su realidad. Los pensamientos en su mente le daban vuelta, y se empezó a sentir acalorado en el momento que una terrible idea le llegó para solucionar todos sus problemas de una vez. Entre lágrimas, Loan se empezó a preparar para salir de su casa -tal vez por última vez- y así poder poner fin a su desdichada vida.

Habiendo ya preparado lo indispensable, se dispuso a salir. Quince minutos hicieron la diferencia. Un momento antes de abandonar su casa, tocaron el timbre. Se secó las lágrimas como pudo y antes de preguntar quién era, observó hacia afuera por la mirilla de la puerta. Loan se quedó petrificado y sin palabras cuando vio a Lucrecia parada frente a su puerta, ella también con sus ojos llenos de lágrimas, esperando tristemente que alguien le brindara ayuda.

martes, 17 de marzo de 2009

Retorno Interminable (Parte III - B)

B)

La semana pasó y estaba completamente agotado. Loan salía con sus amigos practicamente día por medio, por lo que acumuló unas 10 horas de sueño en total desde el lunes. Por otra parte, la búsqueda laboral no iba bien: tuvo 2 entrevistas sin éxito, situación que lo desmotivaba aún más. Lo único que veía positivo era que todavía no era época de exámenes y, más allá de tener debates a diarios en sus materias, se podía dar el lujo de especular y no estudiar.

Era ya viernes y lo único que deseaba -siendo las 7 am. y preparándose para ir a la facultad- era volver a dormir. Sentía que la noche anterior solo logró cerrar los ojos unos minutos para tener que despertar nuevamente.

Desayunó rápidamente y se tomó el tren subterráneo para llegar hasta la facultad. Allí seguramente se cruzaría con Lucrecia, como sucedía todos los viernes antes de cursar. Conocía su nombre solo de haber escuchado que la llamaban. Era muy hermosa, tenía un largo cabello castaño enrulado hacia el final, ojos marrones que a veces parecían de color miel, era delgada y casi tan alta como él. Tenía una timbre de voz algo agudo, pero siempre que la veía se encontraba riéndose y se notaba que le brotaba simpatía por todos lados.

- Jamás se fijaría en mí- pensaba Loan. No poseía ni rastros de algo semejante a la esperanza. No entendía, de hecho, porque le costaba tanto hablarle. Había escuchado una vez que, a menudo, las personas más valiosas para uno son a las que más miedo de hablar les tenemos, sea para confesar el más profundo de los amores o para hacer cualquier acto que ponga en riesgo la relación. El temor a la pérdida es generalmente muy alto, aunque fuese sólo la pérdida de la esperanza. Y si bien Loan en su fuero interno no veía muy probable que prosperase su relación, tampoco quería perder toda esperanza.


viernes, 13 de marzo de 2009

Retorno Interminable (Parte III - A)

A)

El almuerzo en casa de su padre había sido placentero. Loan admitía que Catarina, la novia de su padre, era bastante buena cocinando (no tanto como él, de todos modos). Aún podía saborear ese exquisito pollo con aquella exótica y desconocida salsa. Igualmente, estaba convencido de que no era nada del otro mundo y que él podría elaborar una salsa aún más exótica y agradable.

Por su parte, Froilan y Ananda habían crecido bastante desde la última vez que los vio.

- Los chicos a tan temprana edad suelen crecer muy rápidamente- pensó, -Tan rápidamente que ya ambos van al colegio primario. Es increíble el paso del tiempo. Eran tan pequeños cuando me fui de casa.

Froilan tenía 10 años y Ananda había cumplido 6 años hacía un par de semanas. Eran chicos realmente adorables, de un carácter muy dócil y bastante inteligentes para su corta edad. Tenían un vínculo muy especial como hermanos, siempre iban juntos a todos lados. Aún cuando se reunían con amigos intentaban estar juntos, a pesar de la diferencia de edad. Poseían un vínculo que trascendía, de alguna manera, lo simplemente humano.

Visitaba semanalmente a su padre. Si bien tenía un trato que era a veces algo frío, no era muy diferente a muchas otras relaciones entre padre e hijo. Loan aceptaba ir a su casa no tanto por ver a su padre, sino por lo tanto que extrañaba aquél cúmulo de ladrillos donde supo vivir en otra época pasada. El recuerdo de su madre era muy fuerte, y su casa nunca dejaba de traerle recuerdos de ella.

Tras almorzar y hacer una sutil sobremesa con su padre y Catarina (ya que los niños se habían levantado hacía un rato), Loan se levantó de la mesa y se paseó un rato por el jardín. Al notar que hacía mucho calor, decidió trasladarse hasta el gran salón. Los sofás negros eran muy cómodos y su aspecto acolchonado invitaba a pasar horas descansando en ellos. Intentó ver televisión, pero era tal el sueño que tenía que desistió. Entonces, se levantó y fue a observar los nuevos cuadros que su padre había comprado. Ni Loan ni su padre eran muy amantes de la pintura -como sí lo había sido su madre- pero debía admitir que las nuevas adquisiciones le daban un matiz muy pintoresco a la habitación y, en definitiva, a toda la casa. Siguió paseando su mirada hasta encontrar la vieja biblioteca, surtida con nuevos libros.

- Franz Kafka. Siempre deseé leer un libro de él- pensó mientras miraba una pequeña colección que su padre tenía. Volteo la cabeza de lado y leyó para sí los títulos de los libros. Uno le llamó mucho la atención, se llamaba "El Castillo". No supo porque, pero tuvo una especie de deja pasajero y un escalofrío le recorrió todo su cuerpo en un segundo.

Su padre sigilosamente se le acercó, tomándolo por sorpresa. Notó que Loan se sobresaltó un poco, pero no le dio importancia y le empezó a preguntar como seguía con su búsqueda laboral, como le estaba yendo en su vida, como le había ido en los exámenes en la universidad y todas preguntas sobre la vida personal de su hijo que no le gustaba hacer frente a su novia o frente a los pequeños Froilan y Ananda. La conversación no duró mucho, ya que a Loan no le gustaba que se entrometieran mucho en sus asuntos, por lo que respondió sintéticamente las preguntas de su padre.

- ¿No extrañás a tu hermana?- le preguntó el Sr. Nobile
- Sí. En un par de meses ya habrá pasado un año desde que se fue a España. Me reconforta saber que este teniendo éxito- le contestó Loan

El Sr. Nobile sabía que su hijo no estaba siendo sincero. En su fuero interno sentía culpa por haber favorecido siempre a su hija Valentina por sobre Loan, ya que la consideraba más dotada de inteligencia y de facultades para triunfar. Se sentía responsable de que su hermano tal vez no la quisiera verdaderamente, aunque confiaba en que su difunta esposa hubiese hecho una buena labor como madre, balanceando el desequilibrio que él demostraba en el trato.

Y la tarde fue pasando. Se sentaron en el patio trasero mientras respiraban ese aire distendido de los días domingos y disfrutaban del hermoso día soleado, ya menos caluroso. Froilan y Ananda se habían ido a jugar con amigos hacía un par de horas y recién habían regresado.

Cuando ya estaba atardeciendo, Loan decidió partir, aún ante la insistencia de su padre de quedarse a cenar. Se despidió apresuradamente, prometiendo pasar a visitarlos la semana entrante y se marchó a su departamento rápidamente con la excusa de que tenía mucho que estudiar para un examen muy próximo. Una típica verdad a medias: si bien debía estudiar, quería prepararse para salir con sus amigos.

Sentado en el colectivo, le sobrevino el deseo de mirarse retrospectivamente. Su vida no era la gran cosa, se sentía a veces algo desdichado. El recuerdo de la muerte de su madre, su condición de desempleado y la soledad que a veces sentía en su casa le hacían pensar tal cosa. Si bien salía con sus amigos casi todos los días, eso no lo hacía feliz. Tenía éxito con el sexo opuesto y solía divertirse mucho en las salidas con su amigo Brandon y su primo Vittorio. Pero igual se sentía incompleto. Y desdichado.

sábado, 7 de marzo de 2009

La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura



"No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos.
La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar 'superado'. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.
La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia.
El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones.
Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.
Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.
Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo.
En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla."*

Albert Einstein

* Gracias a mi amiga del alma (también conocida bajo el seudónimo de "Ricka Rubina") por aportarme tan valioso material



"... Desde el PRIEV (Partido para la Reforma Inmediata de los Estímulos Visuales) proponemos como principal medida la actualización de los colores de los semáforos. Con esto, finalmente daremos por terminados tantos años de hipocresía y mentiras, de partidos que prometieron el cambio de los colores y que con posterioridad cedieron a las presiones de los grupos económicos, sin dar cumplimento a sus dichos. Para nosotros, una promesa es una marca a fuego de nuestra honestidad y compromiso. Por eso, si somos electos, en la primera semana de nuestra gestión, cambiaremos absolutamente todas las luces de los semáforos de nuestro país, así como también evaluaremos cambiar otras señales lumínicas que sean de los viejos colores.
En definitiva, gente del pueblo de Aranfundaba, votenos. Si logramos formar parte del nuevo tetragobierno, solucionaremos la problemática de los semáforos, los cuales continúan mostrando luces verdes, amarillas y rojas, siendo que estos colores ya no pueden ser vistos con claridad por los humanos del año 2150 y son la principal causa de accidentes de tránsito. Hay gente que teme a las reformas, pero nosotros traemos el cambio..."



- Puta baldosa floja- se dijo a sí mismo, y agregó: -Quedé completamente mojado de las rodillas hacia abajo, todo por estas putas baldosas flojas. Caminar por las calles es cada vez más una travesía semejante a un rally pedestre. Todo se solucionaría tan fácil, simplemente habría que matar a las baldosas flojas, como lo hemos hecho ya con la gente pobre. Así no tendría que llegar con mis medias completamente húmedas, de la misma forma que ya no hay gente fea con ropas avejentadas deambulando por la calle.
De repente, una voz interior lo increpó y le dijo:
- Imbécil, como vas a decir algo semejante, tenés que cuidar tus palabras. No podes mentirle al mundo diciendo que te estás dirigiendo hacia un lugar cuando eso no es así. Date cuenta, tu mente no es el verdadero mundo, y tu realidad son los 10 barrotes de acero que tenés en frente tuyo y que no te dejarán nunca volver a la vida para pisar baldosas flojas o para matar gente pobre...


Mientras se debatía entre la vida y la muerte, entre el color ireset y el hewüs, entre comer una milanesa a la napolitana con puré de papas o unos sorrentinos de jamón y queso con salsa a los cuatro quesos, Herón daba vueltas en su habitación hablándose a sí mismo. Probablemente lo estuvieran escuchando y pensaran que él estaba loco. Pero no le importaba. No le importaba nada de este mundo. Los recuerdos de otra época lo acechaban y no lo dejaban en paz.
Ahora Herón tenía que decidirse finalmente. Había escogido el color ireset y comer una milanesa a la napolitana con puré de papas. Sin embargo, decidió dejar para más tarde la elección entre la vida y la muerte.
- Es un videojuego muy interesante- comentaba Arturo y decía: -Puedo hacer suicidar al protagonista si me está yendo mal, para que todo el juego empiece nuevamente...



Sentado y pensativo, el viejo empezó a recordar una por una a todas las personas a las que había ayudado en todos estos años. Sabía que sus apariciones repentinas a veces causaban temor en aquellos a los que iba a ayudar. Pero no sabía hacerlo de otra forma. Vestido con sus ropas harapientas que consistían en un chaleco gris de lana muy viejo que dejaba ver una camiseta blanca algo descolorida por la suciedad y un pantalón negro, el viejo partió en un nuevo viaje. Tenía que dar consejos a un nueva persona desorientada antes de que fuera demasiado tarde...

martes, 3 de marzo de 2009

Retorno Interminable (Parte II)

Nombre: Loan Nobile

Edad: 22 años

Fecha de nacimiento: 10 de noviembre de 1971

Profesión: Estudiante de Ciencia Política

Intereses: Música de los años 70, practicar deportes, ver documentales, leer libros de historia, cocinar

Se encontraba llenando otra aburrida solicitud de empleo, llena de ítems estúpidos y sin sentido. La realidad era dura para los jóvenes de aquél entonces, así que ya no filtraba las ofertas laborales y concurría a cada entrevista a la que era llamado. Dejaba su curriculum vitae y llenaba cuanta solicitud le acercaban. Se acostumbraba por aquella época a hacer ambas cosas, ya que las solicitudes eran reservadas en cada empresa para sus bancos de datos.

- Estúpida costumbre- se decía a sí mismo. Sin embargo, nunca se negó a completar alguna.

Con gran frustración volvía a su hogar, después de una agotadora mañana de facultad tras lo cual le siguió la inútil entrevista laboral. Estaba muy fastidioso. Vivía solo. Su padre le pasaba una mensualidad y le pagaba el alquiler de su vivienda. A Loan no le gustaba la soledad, pero su padre se la había impuesto so pretexto de que eso lo iba a ayudar a crecer, madurar y, en un futuro, desenvolverse por sí solo en su vida adulta.

Llegó a su departamento -el que se encontraba ubicado en una ruidosa y muy transitada avenida- y se tiró a la cama. Ya estaba acostumbrado a los bocinazos y a los destartalados colectivos que lo aturdían, por lo que no le costaba esfuerzo descansar. De repente, sonó el teléfono. Era su amigo Brandon que, por el tono de su voz, se hallaba aburrido y con ganas de salir a la noche. Convinieron en salir a un bar, y Brandon prometió llevar a unas amigas suyas.

Inmediatamente después, se preparó un veloz almuerzo calentando cosas que tenía en la heladera. Más allá de su afición por la cocina, se hallaba muy cansado como para realizar un plato más elaborado. Luego de comer intento estudiar, pero se encontraba tan desmotivado que abandonó la idea y se puso a ver televisión. Tras recorrer algunos canales, ubicó un documental sobre espías que le interesó mucho. Después de un rato de estar viéndolo, se enteró de la existencia de un mito urbano que giraba en torno al reclutamiento de agentes. Decían que frecuentemente sucedía que personas que desaparecían por algún tiempo -con la excusa de haber encontrado un buen trabajo en otro país- al volver a sus hogares cambiaban completamente su personalidad, tornándose agresivos, altaneros, mentirosos y perversamente astutos, cuestión que era no menos que llamativa para los familiares y amigos de tales sujetos. Agregaba el locutor que esas personas eran reclutadas forzosamente por agencias secretas del gobierno. Les hacían perder su voluntad, y las sometían a severos tratamientos de lavado de cerebro y eliminación de recuerdos.

El documental le pareció sumamente entretenido. Algo fantasioso de todos modos, pero aún así, entretenido. El teléfono sonó nuevamente. Se hallaba recostado en un sofá, por lo que se incorporó y atendió. Esta vez era su padre, invitándolo a cenar a su casa a la noche. Le dijo que no podía así que quedaron en verse para almorzar el domingo.

Pensó en su antiguo hogar. Volver allí siempre le traía recuerdos ya que Loan nunca hubiese querido irse. Extrañaba la gran mesa de roble de la cocina, en donde toda la familia -padre, madre, su hermana Valentina y él- se reunía a comer. Además, le traía recuerdos de su madre. Ya habían pasado varios años desde su muerte, pero aún así siempre la sentía presente. Y volver a visitar su antigua casa lo ponía melancólico y sensible por todos los recuerdos vividos. De todos modos, sentía que el espíritu de su madre aún rondaba las paredes de aquella casa y que, en cierta medida, la mantenía impoluta de malas energías, aportándole una sensación de paz inconmensurable ¡Cuánto extrañaba a su madre! Ya mucho llanto le ha dedicado en todos estos años, por lo que su recuerdo no lo afectaba sino en aquellas fechas claves en que los recuerdos y la realidad se entremezclan en un torbellino de sentimientos inexplicables.

Recordaba, también, pasearse las tardes por la biblioteca de la sala de estar y sentarse en los cómodos sillones donde pasaba horas y horas leyendo. Allí -por primera vez- descubrió su afición por la historia y por la política. Su madre siempre incentivó la lectura (no tanto su padre) de Loan y de su hermana Valentina. Les contaba de mundos fantásticos y de héroes intachables. Les hizo descubrir el dolor de la tragedia y la dicha de la gloria. Todo en los libros de esa gran biblioteca.

Pero lo que más extrañaba de su casa era su habitación, aquella donde se crió, donde creció, y en donde empezó a desarrollar sus sueños. Habitación que fue testigo de sus primeras lágrimas por desamores y de su tristeza por las traiciones. Y por sobre todo, extrañaba su cama y su colchón, ya que donde dormía ahora no tenía ningún punto de comparación con la comodidad reinante en su antiguo cuarto.

Cortó el hilo de pensamiento y volvió al documental que ya estaba terminando. El locutor agregaba -como finalizando- que se desconocía mucho sobre la vida de los espías y sobre la certeza de las operaciones de ciertas agencias de los gobiernos. Loan pensó en lo estúpido de tal afirmación, ya que por algo eran espías y por algo se mantenían en secreto. Pero por alguna razón la última frase lo trastornó un poco.

- Muchos espías solo encuentra la paz en su vida al envejecer. Aunque es una paz deformada por memorias olvidadas y por sentimientos de remordimiento inexplicables.

Se sintió perturbado, como si hubiese tenido un deja vù. Aunque al instante se acordó que a la noche le esperaba una interesante salida con Brandon y algunas de sus misteriosas amigas que rara vez presentaba.

Sin embargo, en lo profundo de su ser tenía la esperanza de que aquella hermosa compañera -con la que frecuentemente cursaba materias en la facultad- tarde o temprano se sentaría al lado suyo en alguna clase y él -por algún impulso divino- se animaría a hablarle.

- ¡Qué hermosa es!- pensó. Se sentía atraído no solo por su belleza, sino también por su sentido del humor y por su gran inteligencia.

Sin embargo, descartaba que su sueño se cumpliera alguna vez. No creía del todo posible que Lucrecia se fijara en él.

lunes, 2 de marzo de 2009

En la pradera (o Desilusión)

El aire le daba en la cara suavemente, como una caricia maternal. Respiraba profundamente como si el oxígeno se fuera a acabar, o como si nunca más tuviese la posibilidad de hacerlo. Iba caminando por una pradera casi vacía de árboles, pero densamente poblada de un pasto de color muy verde y que se sentía suave en los tobillos. Miraba el cielo y estaba completamente diáfano, con pocas nubes. El sol le iluminaba la cara y dejaba ver sus ojos llorosos con claridad. Dejaba ver su mirada de resignación.
Tras andar un buen trecho sin ningún rumbo, decidió arrojarse al suelo y quedarse tendido para siempre, solo observando las nubes pasar en el cielo azul. Y sus ojos llorosos, con su mirada perdida, ya no tendrían otra ocupación.


La noche lo tomó por sorpresa. Se había quedado dormido. El cielo continuaba despejado, pero ahora estaba repleto de hermosas y brillantes estrellas que, junto con una luna llena de un tamaño descomunal, iluminaban toda la pradera. Pensaba que se encontraba completamente solo en esa parte del mundo ya que había viajado mucho y atravesado largos caminos desiertos para conseguirlo. Sin embargo, vio a lo lejos una figura acercándose que caminaba con un paso lento y suave. Verlo le transmitía una especie de paz. Aún con lágrimas en sus ojos sintió una corriente de felicidad que lo abordaba. La figura se hacía más grande y ya podía distinguir algo de aquella persona que iba caminando hacia él. Era un individuo ya entrado en edad, que vestía ropas harapientas. Parecía que tenía una barba blanca y usaba un bastón de madera muy rústico.
En un instante que duró una eternidad, el viejo por fin había llegado al lado suyo. Ahora lo podía observar bien: tenía un rostro lleno de arrugas con una mirada que denotaba la experiencia y el sufrimiento, pero también podía observar la superación de ese sufrimiento en sus gestos. Poseía una larga barba extremadamente blanca; tan blanca que desentonaba con el aspecto de vagabundo que guardaba su figura.
Sin decir una palabra se le sentó enfrente. Se miraron a los ojos. El viejo no decía nada y él, aún estando sorprendido por tan extraño encuentro, sentía paz y no quería destruir la armonía del silencio que lo rondaba. Lo consideraba un encuentro mágico.
Luego de un rato, el viejo empezó a hablar:

- La vida está formada por ilusiones y sueños. También está la realidad, por supuesto. Pero la realidad no nace de la nada sino de lo que los humanos sueñan y desean. En el momento en que no hayan más sueños, la realidad morirá junto con la especie humana. Una de las cosas que nos hace tan especiales entre los animales es nuestra capacidad de crear. Y la creación es el mecanismo por el que los sueños se transforman en realidad.

Habiendo captado la total atención de su oyente, el viejo prosiguió:

- Entonces, mi querido amigo, no dejes que la desilusión se apodere de vos. La pérdida de toda ilusión, así como en el mundo acabaría con la realidad, en una persona acabaría con su vida. Por eso te encontrás caminando acá. No importan cuáles sean tus problemas, yo vine para intentar revivir tus ilusiones.

La charla prosiguió hasta llegado el amanecer. El anciano le habló de lo mucho que valía la vida y de que no cesara en sus expectativas. Le recomendó que partiese de ese lugar de inmediato.
Cuando ya hubo dicho todo, el viejo se levantó. Lo miró a los ojos un rato -como quién mira a un hijo que parte a realizar un largo viaje- para después inclinarse y darle un fuerte abrazo. Solo se escuchó que le dijo un comentario al oido. Y se fue caminando, lentamente, por donde había llegado.


Tal mágico encuentro había tenido efectos en su mente y en su alma. Pero aún no sabía que decisión tomar. El joven de los ojos llorosos se dirigió hacia el límite de la pradera. Hacia adelante solo había un precipicio que terminaba en el río, aproximadamente unos 200 metros abajo. Hacia atrás, le restaba volver a sus ilusiones.
El cielo estaba despejado aquél día también. El pasto suave de color verde, el viento fresco y tierno del amanecer y la soledad de aquél lugar en la pradera invitaban a tomar la más irrazonable de las decisiones.


martes, 24 de febrero de 2009

Retorno Interminable (Parte XV)

El avión despegó tras una hora de espera. Le pareció mucho tiempo, se había acostumbrado a los despegues rápidos. El viaje duraría alrededor de 10 horas, tras lo cual llegaría a Estambul y cumpliría su misión.

Dado que la noche anterior había dormido muy poco, dedicó las 3 primeras horas de su viaje a dormir, rechazando el aperitivo de las 5 pm (¿o serán las 4 pm, o las 6 pm?). Luego, al haber descansado someramente, se dispuso a matar el tiempo leyendo, por lo que sacó de su bolso de mano un libro que hacía mucho había empezado a leer y que aún no había terminado.

"Capítulo XVIII

Y entonces K., como dejara vagar la mirada, vio en su apartada vuelta del corredor, a Frieda; ella hizo como que no lo conocía: tan sólo lo miró fijamente; llevaba en la mano una bandeja con vajilla vacía..."

El pasaje que leyó le trajo mucha nostalgia. Extrañaba a Lucrecia, a la que hacía tiempo tuvo que dejar por razones que no recordaba del todo bien. De hecho recordaba poco de su pasado, solo tenía imagenes de épocas bien distintas con grandes vacíos en el medio. Aún recordaba su última vuelta a su hogar y las tranquilas mañanas desayunando con Lucrecia y los otros. Su tiempo libre era abundante. Pero por aquél entonces no sabía lo que le depararía su futuro.

Habían pasado 3 horas. Se le acercó una aeromoza y le dijo:

- ¿Desea cenar señor? Son las 8 pm.

Se hallaba sumamente hambriento e irritado por lo que le contestó:

- Serán las 8 pm en el país desde el que partimos, pero en esta región del globo está tan oscuro que deben ser como las 12. Y ustedes se toman todo el tiempo del mundo para traerme mi puta cena. Tengo hambre como si no hubiese comido en 15 días, todo por la incompetencia de esta aerolínea y sus fracasados aeromozos.

Le hechó una mirada tan desafiante y agresiva a la aeromoza que esta ni atino a contestarle, y le sirvió su cena de inmediato.

- Tripulación, ubiquensen en sus lugares. Preparense para el aterrizaje- sonó por el altavoz del avión. Finalmente, había llegado a Estambul.

Tenía el presentimiento de que este viaje sería distinto. Una extraña sensación de que algo iba a salir mal. Se hallaba desganado, sin ganas de cumplir su misión. Buscó su equipaje y luego salió del aeropuerto. Allí paró un taxi. En un perfecto turco le dijo al taxista la dirección a la que quería que lo llevase. Luego, se dedicó a apaciblemente observar el paisaje.

- Un lugar realmente bello, lástima que no pude venir antes. Intentaré volver- pensó, y comparó lo que veía durante el recorrido con todos los otros lugares por donde estuvo viajando los últimos 5 años.

Finalmente llegó a su destino. Le pagó al taxista y descendió del vehículo. Fugazmente entró al edificio, mostrando una identificación falsa. Saludó al guardia y se dirigió hacia el ascensor. Marcó el piso 6. Su blanco estaba en la habitación 68. Descendió del ascensor y buscó la habitación. Una vez que la encontró, miró hacia el pasillo detrás de él, y hacia la escalera que se encontraba a su derecha. No habiendo nadie, abrió la puerta de una patada y entró.

Dos disparos de su arma cumplieron la misión. Volvió por el mismo ascensor por el que había subido. En el hall de la planta baja saludó amablemente -y por segunda vez- al guardia y le deseó buenas noches. Busco un taxi y pidió al taxista que lo llevara hasta un hotel en el que tenía una reservación. La noche finalizó y también su misión. Su presentimiento estaba equivocado, nada pasó. Ya contaba 63 muertes a las que no les encontraba sentido alguno. Él solo deseaba volver a ver a Lucrecia. Él solo deseaba retornar a su hogar.

domingo, 22 de febrero de 2009

The Sphere (A Kind of Dream)




We can walk our road together
If our goals are all the same
We can run alone and free
If we pursue a different aim
Let the truth of love be lighted
Let the love of truth shine clear
Sensibility
Armed with sense and liberty
With the heart and mind united in a single
Perfect
Sphere



Rush - Hemispheres

martes, 17 de febrero de 2009

Retorno Interminable (parte IX)

Los cantos de los pájaros lo despertaron. Se sentía en paz, aunque no sabía bien porque. Salió de su dormitorio y se dirigió hacia la escalera que lo llevaría hasta la cocina en la planta baja.

- Todos deben estar ya desayunando- pensó. Sin embargo, eso no lo molestaba porque ya su familia sabía que odiaba ser despertado. Le gustaba dormir hasta que, espontáneamente, sus ojos se abrieran para no volver a cerrarse. Además, eran vacaciones. O al menos, eso creía.

En la cocina estaban Vittorio, Froilan, Ananda, Lucrecia y Máxima*. Vittorio se encontraba extremadamente concentrado en su desayuno por lo que apenas levantó la vista e hizo un gesto que podía ser interpretado como un saludo. El resto, casi a coro, lo saludó con un discreto "buenos días".

- Dale, apurate que ya se te va a enfriar el desayuno- le dijo Lucrecia

Aún tambaleándose por el sueño, se sentó en una de las sillas de la impecable cocina. A pesar de haber solo una ventana en el cuarto, la cocina estaba muy iluminada, y resaltaba más la envidiable pulcritud de la mesada, los pisos, las paredes y los muebles. Por debajo de la ventana había una gran mesada de mármol con un lavabo, que lindaba en un rincón con la heladera y en el otro rincón con la cocina. En el centro de la habitación estaba la imponente mesa de madera de roble.

- Nos vamos- dijo Froilan, y agarró a su hermana Ananda y partieron para ir a la escuela.

Lucrecia vio que el recién levantado buscaba algo en la mesa que no encontraba y le dijo:

- -No quedan facturas. Froilan y Ananda se las comieron todas- y agregó en broma: -Ya sabés que Vittorio no come esas cosas y que Máxima está a dieta, así que no los culpes- y se hechó a reír sola.

Terminó su café con leche, comió una tostada con jalea de naranja (ya que no tenía muchas opciones gracias a Froilan y Ananda) y se dirigió a la sala de estar. Agarró de la biblioteca un libro al azar -procurando que fuera uno que nunca hubiese leído- y después se sentó en el sofá que le parecía más cómodo. Había escogido "El Castillo" de Franz Kafka.

Los pensamiento le daban vueltas. No recordaba mucho el porque de los sucesos, pero se le hacía natural estar allí. La extraña paz matutina y la tranquilidad que poseía lo ponía feliz, aunque preocupado. Había vuelto hace una semana a su casa, tras un tiempo indefinido que él no podía determinar. Su familia le dijo que fueron 2 años los que estuvo desaparecido. Aunque él no se atrevía a asegurarlo. Todo en su mente desde hace más de una semana era oscuro, y sus recuerdos borrosos y confusos. Recordaba solo algunas cosas como la luz matinal del amanecer, fría y molesta, pegándole directo en sus ojos aún semi cerrados por el sueño. Recordaba también el dolor de golpes indescriptibles en todo su cuerpo. Y recordaba haber estado muy triste en un momento y muy furioso en otro.

De repente, una sensación espantosa se apoderó de él. Tuvo esa sensación horrible de cuando los nervios y las preocupaciones lo toman a uno por sopresa y hacen sentir el estómago revuelto. Recordó el disparo de un fusil directo en su vientre. Recordó haber muerto.

- Tengo algo para vos- le dijo Lucrecia, y lo besó profundamente.

Se alejó y volvió a la cocina para empezar su rutinaria limpieza de todos los días.

- Esta cocina debe estar brillante e impecable- gritó y subió el volumen de la radio, tras lo cual se puso a cantar horriblemente.

Aún sin entender bien nada de lo que estaba pasando, volvió a su libro para empezar a leerlo. Sin embargo, sintió la imperiosa e inentendible necesidad de empezar a leerlo por el capítulo XV, ya que, por algún motivo, sabía perfectamente lo que pasaba en la historia hasta ese punto.



* Gracias amiga del alma por los nombres!! (que nunca se me ocurrirían a mi jajaja)

jueves, 12 de febrero de 2009

El alma renovada

Para algunos credos, el alma y el cuerpo son, a la vez que una misma entidad, dos partes perfectamente identificables. Hasta divisibles se podría decir.
Particularmente, considero que el espíritu tiene un potencial mucho mayor al que las ciencias naturales aceptan. Hay muchas facultades y características que escapan a la comprobación que posibilita el método científico. En mi opinión, esta concepción conservadora es algo completamente pasajero y que en un futuro será distinto.
Quiero aclarar que todo esto va más allá de creer en una religión o no. Como sabrán, la religión no es más que un conjunto de normas cuyo cumplimiento obligatorio viene dado por el temor a la sanción divina. Es decir, si no se cumple la norma religiosa, la sanción que ello conlleva es impuesta por dios y queda en cada creyente cumplirla o no, según su fe.
Bueno para no discurrir innecesariamente en temas que puedan llegar a ofender ya que cada uno es dueño de pensar y creer en lo que quiera -de hecho yo tengo mis propias creencias como sabrán-, a lo que voy es que hay veces que el alma no está donde debería o, más bien, que la conciencia se aparta del terreno físico donde se halla el cuerpo. Este es un relato que se me ocurrió en base a algunas experiencias personales. No tiene nada que ver con esoterismo, por ende, no teman aquellos que sean agnósticos o aquellos que sean creyentes incondicionales de alguna de las religiones de turno de este mundo moderno jajaja. Tiene que ver con lugares o situaciones que hacen que uno madure de golpe, o al menos, que el alma se renueve.


Algo en su mundo había cambiado. Pero no podía desentrañar que. Observaba las casas, los árboles y las baldosas mientras caminaba por las calles de su barrio y no lo descubría. Se detenía a pensar en las cosas que tenía que hacer, en sus responsabilidades, en los textos que tenía que estudiar para encontrar algo que se le olvidara y que pudiera ser fuente de su preocupación. Sin embargo seguía igual, sin hallar un horizonte a partir del cual descubrir qué le estaba pasando.
Iba de aquí para allá. Vivía, sí, pero con gran melancolía. Su sentido de la sensibilidad no se vio aumentado, maguer tampoco se vio disminuido. Simplemente, era distinto. Era más profundo y contemplativo. Podía conseguir prestar atención a detalles imperceptibles que anteriormente hubiese dejado pasar. Respiraba y sentía que sus pulmones se llenaban de aire como nunca antes. Había cambiado, eso era seguro.
No estaba muerto, por supuesto. Sus padres le hablaban durante el día y sus amigos seguían llamándolo para salir. En la facultad socializaba con la gente como siempre e iba a sacar sus fotocopias en el kiosco del primer piso como de costumbre. Saludaba al amable empleado del kiosco, quién ya lo conocía desde hacía mucho tiempo. Evidentemente, su mundo físico permanecía intacto. Pero algo no era lo mismo en su vida espiritual.
Uno de esos días, en los que la nostalgia de algún tiempo pasado y la melancolía de no entender que le estaba pasando lo abordaban tenazmente, iba conduciendo su auto por una muy transitada avenida. De pronto, ocurrió lo que nunca hubiese esperado. Un auto se desvía de su carril en una avenida de doble mano y colisiona de frente. Nada más recordó.
Abrió los ojos. Seguía vivo, o creía estarlo. Y estaba entero, podía mover todo su cuerpo. Se hallaba, no obstante, todo envuelto por cables y elementos de hospital. El cuarto tenía paredes formadas por pequeños azulejos azules, o al menos era lo que podía distinguir por la tenue iluminación de la habitación. Respiraba y el aire contaminado de la ciudad que recordaba dejó lugar al olor a desinfección típico de los hospitales. Aún ante su sorpresa -ya que no recordaba hasta el momento nada de lo ocurrido- no se desesperó. Y al rato, se volvió a dormir.
Despertó en algún momento, sin saber precisamente cuando. Todo estaba igual, excepto por una persona sentada al lado de su cama. Notaba que lo miraba detenidamente y que esbozaba una sonrisa pacífica, como paternal. Se hallaba vestido con ropas viejas: un chaleco gris de lana algo harapiento y un pantalón negro. Por debajo del chaleco solo se le veía una camiseta, que parecía que en algún momento hubiese sido blanca, y que ahora tenía un tono más oscuro. La cara del extraño sujeto denotaba el duro paso del tiempo, con un rostro lleno de arrugas y una barba blanca bastante crecida. Sin embargo, su rostro era lo único que estaba completamente pulcro y que desentonaba con el resto de su apariencia, ya que parecía como iluminado.
El accidentado se enderezó y, extrañado pero tranquilamente, le preguntó quien era.
- "Eso no importa mi querido amigo. Las presentaciones son innecesarias y excesivas hoy. Además no tengo mucho tiempo. En un rato, te volverás a dormir, y cuando despiertes estará la enfermera a la que tienes que llamarle la atención para que se de cuenta que estás despierto. Para todos, vos estás en coma con una importante lesión cerebral. Con los estudios posteriores, se darán cuenta que no hay ninguna lesión, y que fue todo un error de los médicos."
No podía salir de su asombro. Luego, el anciano siguió diciendo:
- "Sentís que algo no es lo mismo en tu vida. Muchas veces hay lugares, personas o situaciones que poseen una gran cantidad de energía. Y así como estos lugares, personas o situaciones emanan una energía muy particular, a su vez, requieren prestada la tuya propia a cambio. Es como si fuera una verdadera transfusión de energía. Eso te ha pasado. Una parte de tu alma ya no es más tuya. En realidad, una gran parte de ella. Esta se ha quedado para siempre en otro lugar, o con otra persona. Pero tenés que ver el lado positivo, ahora sos dueño de una nueva energía que tenés que aprender a utilizar. Sólo te resta encontrar la fuente de esa transfusión para completar tu evolución."
Seguidamente, se acercó al accidentado y lo abrazó. Él hizo lo mismo. Fue un abrazo muy cálido y fuerte. Pareció que hubiese durado una eternidad y, aún así, no deseaba soltarlo. Sentía como que conocía al anciano de toda la vida, como que realmente lo quería. Luego, el anciano se levantó y sin decir otra cosa que chau, se fue para siempre.
Tenía ganas de llorar de angustia y felicidad al mismo tiempo. Le sobrevino un sueño repentino, por lo que decidió recostarse y, sin haber pasado mucho tiempo, se quedó dormido.
Al despertarse, vio a la enfermera. Y todo pasó tal cual el anciano lo dijo.
No perdió su sensación de melancolía y nostalgia. Pero siguió confiando en lo que le había sido dicho en ese cuarto de hospital. Y estaba seguro que al tiempo encontraría la respuesta y podría empezar a aprovechar su alma renovada.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Retorno Interminable (parte XXIV)

Después de un largo tiempo, se encontraba de vuelta. El día era soleado y caluroso, lo cual lo hacía transpirar. Caminó por el patio lateral y rompió violentamente un vidrio de la casa. Tuvo que pisar las flores que se encontraban debajo de la misma para poder entrar. Fue destruir algunas vidas para intentar salvar un alma. De todas formas, no estaba seguro de que valiese la pena.

Se sentía un verdadero malviviente, casi un infame y una porquería de persona. De cualquier forma, no estaba del todo seguro, pero algo le decía que debía seguir adelante. La ventana daba a la cocina, estaba todo ordenando y limpio, como si nadie nunca hubiese cocinado allí. Los cuchillos se encontraban colocados en su lugar, y cada recipiente con especias bien guardado y cerrado, cada puerta de aluminio reluciente y la gran mesa de madera bien lustrada. Las sillas se encontraban simétricamente colocadas alrededor de la mesa. El piso de porcelanato era también reluciente, tanto que cualquier persona dudaría en pisarlo. Probó prender las luces y se dio cuenta que ninguna lámpara funcionaba. Un halo de angustia y desdicha saturaba el ambiente. O tal vez, era su corazón el que se sentía abrumado al ver que su temor se hacía realidad: la casa había sido abandonada.

Miraba hacia atrás y veía los vidrios rotos, como desencajando con la imagen perfecta de aquella cocina. Pero no se detuvo, siguió caminando y se dirigió a la escalera que conducía al piso superior donde se encontraban los dormitorios. Omitió mirar el resto de la casa. Tanto el gran salón de la entrada como la sala de estar pasaron inadvertidos para él. Subió por la escalera, larga como la recordaba, con interminables escalones. Al llegar arriba, fue hacia la izquierda hasta llegar al primer cuarto. Abrió lentamente la puerta. Una indescriptible sensación de temor y nostalgia lo acosaba. Su mente elaboraba miles de pensamientos, todos entremezclados y sin sentido alguno.

Era su habitación. Diez años habían pasado desde la última vez que estuvo allí. Y se sentía tan solo y tan viejo. Su débil alma no podía soportarlo, pero su cuerpo aún resistía la muerte. Se acostó en la cama, de la que solo quedaba el colchón. A su alrededor, las paredes blancas mostraban los evidentes signos del paso del tiempo, muy al contrario de lo que sucedía con la cocina y el resto de la impecable casa. Manchas de humedad, rajaduras y suciedad pululaban por doquier, acompañadas por una alfombra visiblemente rota y malgastada, como si esa habitación en particular hubiese sido discriminada de la labor de limpieza del resto de la residencia. Un olor a antigüedad colmaba el lugar, similar al que uno sentiría si entrase en una habitación llena de diarios viejos que no hubiese sido abierta por años.

Sin embargo, era su habitación y él no reclamaba nada que no fuera suyo. Pero la culpa aún lo perseguía. Y tantas muertes y destrucción solo buscaban acabar con él. Lo resistía, como siempre lo hizo y como lo hacía ahora. Aunque se preguntaba por cuanto tiempo su cuerpo resistiría lo que su alma ya no.