viernes, 20 de marzo de 2009

Retorno Interminable (Parte III-C)

C)

Pero la suerte le dio una mano. ¿O habrá sido el destino?

Loan salió antes de lo pensado de la última materia que cursaba ese viernes. Lo único que deseaba era volver a su casa y dormir hasta que fuera de noche, así poder salir nuevamente con sus amigos, por lo que apuró la marcha para tomar el subte que salía en 15 minutos. Si bien no era torpe, ni era frecuente que le sucedieran este tipo de cosas, se tropezó al bajar la escalera a la planta baja, cayendo y lastimándose una rodilla que quedó sangrando y con un aspecto muy desagradable. Sin embargo, capaz por la euforia del momento, o por el hecho de que tenía mucho sueño, o porque todo el mundo volteó para verlo, disimuló el dolor, se incorporó y siguió caminando como si nada, culpando por lo bajo a una hipotética baldosa floja.

Cuando llegó a la puerta que daba al exterior, descubrió que había empezado a llover y que, de hecho, estaba lloviendo muy intensamente. Sumamente fastidiado, empezó a salir del edificio cuando recordó que tenía un paraguas en su mochila, aunque no sabía bien porque. La lluvia siempre lo ponía de mal humor, pero se sintió un verdadero privilegiado al no tener que mojarse como el resto de la gente, a la que el chaparrón la tomó por sorpresa.

Día peculiar: salió antes de clase; se tropezó estupidamente, lastimandose una rodilla; repentinamente empezó a llover, pero por algún motivo tenía un paraguas... En definitiva, se percató que terminó escapando del recinto a la misma hora que lo hacía todos los viernes.

Al llegar a la estación de subte, Loan se encontraba inmerso en sus pensamientos cuando de repente vio a Lucrecia a 10 metros. Era la primera vez que la veía allí y estaba seguro de que no vivía cerca de su casa porque siempre la veía tomarse el colectivo en la esquina de la facultad. Automáticamente cortó todo su hilo de pensamiento y su mente ya no podía concentrarse en otra cosa que no fuera en ella. Llegó la formación de trenes y Lucrecia se subió al mismo coche que Loan pero en el extremo opuesto. Había lugar de sobra, así que ambos lograron sentarse y podían verse a la distancia. Loan la observaba discretamente, cuidando de no ser visto por ella, aunque sabía que seguramente ni notaría su presencia.

La contemplaba como nunca lo había hecho con ninguna otra mujer. Por algún motivo sentía que era lo que siempre estuvo buscando, aún sin haber nunca cruzado una palabra. Podía imaginarse toda serie de eventos futuros con ella, todo un mar de felicidad. Aunque luego caía en la cuenta: era muy hermosa y nunca siquiera le esbozaría una mirada.

El tren llegó a la estación J, y Loan debía bajarse. Notó que Lucrecia también descendió pero orientada hacia la salida opuesta a la suya. Despidiéndose mentalmente de ella, Loan bajó la mirada y subió la escalera que lo llevaba hasta la superficie para luego caminar las 3 cuadras que lo separaban de su hogar.

Llegó a su departamento, completamente desganado -como todos los días y como todas las semanas- sintiéndose más deprimido que de costumbre. Mentalmente, comenzó a replanteándose su ritmo de vida y sus expectativas para el futuro. Se sentía triste y malogrado. Se dio cuenta que su soledad y su fracaso en la vida lo empujaban a salir de noche para emborracharse y olvidarse de su realidad. Los pensamientos en su mente le daban vuelta, y se empezó a sentir acalorado en el momento que una terrible idea le llegó para solucionar todos sus problemas de una vez. Entre lágrimas, Loan se empezó a preparar para salir de su casa -tal vez por última vez- y así poder poner fin a su desdichada vida.

Habiendo ya preparado lo indispensable, se dispuso a salir. Quince minutos hicieron la diferencia. Un momento antes de abandonar su casa, tocaron el timbre. Se secó las lágrimas como pudo y antes de preguntar quién era, observó hacia afuera por la mirilla de la puerta. Loan se quedó petrificado y sin palabras cuando vio a Lucrecia parada frente a su puerta, ella también con sus ojos llenos de lágrimas, esperando tristemente que alguien le brindara ayuda.

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