viernes, 24 de abril de 2009

El Mundo Amado

Cierro los ojos. No es sino hasta que estoy bien dormido que logro llegar a Aranfundaba. Me lo recomendaron hace algunos años y no hay noche que no desee ir. Sin embargo, no siempre puedo. Hay días que estoy terriblemente cansado y mi bus pasa de largo, dándome cuenta al rato que no estoy ahí sino de vuelta en mi habitación.

Soy oficinista. Vivo en un pequeño departamento de una gran metrópolis. Tomo el subterraneo todos los días muy temprano para ir a trabajar. La ciudad recién se despierta y yo ya estoy en la oficina, instalado en el mínisculo cubículo en el que pasaré el resto del día. El viaje no dura mucho y se acorta aún más porque siempre cierro mis ojos y me concentro en la música que escucho en mi reproductor de mp3. Solo siento que el vagón se llena más y más de gente. Algunos me pisan, pero mi concentración es impasible.

Vivo solo. Tal vez eso me permite viajar a Arafundaba con tanta libertad. Hace años que no veo a mi familia y cada vez me hallo más acorralado en mi hogar sin ganas de salir. No es por miedo, es sólo que me siento más a gusto estando acompañado por mis discos de jazz y mis libros.

No sé cocinar y casi a diario pido comida china en el mismo lugar. Trámite sencillo: llamar por teléfono, pedir mi chaw fan y a la media hora llega el pedido.

- “Aquí tiene, son $30. Por favor, colabore con el cambio”, es la frase que siempre escucho del muchacho que me trae la comida. Desconozco la razón de tanto formalismo, dado que siempre es la misma persona la que me trae el pedido, más aún siendo que el local queda a 20 metros de donde vivo. De cualquier forma, pago justo, dejó una generosa propina, y me dirijo al ascensor. Arriba me espera el gran ritual.

Como apaciblemente y en silencio. El televisor hace bastante tiempo que no es encendido y, de hecho, creo que debe estar descompuesto. Finalizada la cena, me dispongo a darme un baño. El último paso del ritual es prender mi reproductor musical y escuchar algún disco de John Coltrane. Será el turno de Blue Train, excelente disco.

Ya está todo listo. Mi ritual preparativo para viajar a Arafundaba ya ha concluido.


Hay paisajes verdes y rocas imponentes por todos lados. Me hallo en paz. La energía de la tierra me acoge y me protege. Atravieso el monte de La Contemplación en un surco por el que fluye la carretera. Al lado corre el Río Musgo y lo observo por la ventana, tan frío y, a la vez, tan hermoso. Su cauce es poderoso e hipnótico. Su color verde hace perder a uno la línea de pensamiento, sin poder concentrase en nada más que en él.

Por fin llego a la Ciudad Central. No hay otros humanos alrededor, sino que el lugar se encuentra lleno de Ris´bufcks, escolates y mantas reales caminando pacíficamente por las calles. Todas razas extremadamente amables y bondadosas. Cada raza tiene su Templo, sin embargo el acceso es libre para todos.

Los miembros de cada raza me han enseñado muchas cosas. De los Ris´bufcks aprendí la templanza; de los escolates el amor incondicional; y las mantas reales me enseñaron su cultura, ya que estoy pensando en vivir con ellos un tiempo. De hecho, frecuento a una manta real B, con la cuál me pondré de novio. Este increíble fenómeno interracial solo es posible desde que las mantas reales son una raza de dos sexos. Los escolates se dividen en 5 tipos de sexo (lo que hace imposible todo tipo de acercamiento con fines sexuales, ya que no poseen un tipo equivalente a la mujer humana) y los Ris´bufcks son asexuados y se autoreproducen.

Después de pasear un largo rato, camino por el gran monte de La Sabiduría y contemplo la impresionante vista debajo. Las nubes recorren el cielo como grandes algodones flotantes y pueden divisarse construcciones de colores blanco, verde, rojo y amarillo, formando un extraordinario paisaje. Seres de otras razas, de otros mundos, pululan la ciudad, así también como animales que nunca antes he visto. Y yo me encuentro en paz, en armonía. Al menos hasta el momento en que deba abandonar Arafundaba.


El día de hoy fue muy estresante. Vuelvo a mi hogar en un subterráneo infestado de gente, padeciendo un interminable viaje. Cada vez odio más esta realidad y deseo ir a Arafundaba con mayor frecuencia. Día tras día me acuesto más temprano para ir a mi mágico lugar y poder pasar más tiempo allí. Extraño sus paisajes, la idiosincrasia de sus habitantes y la armonía que mi alma siente en todo ese mundo. El acogedor amor de ese mundo, escondido para todo el resto de los seres humanos, es un sentimiento adictivo por el que sufre cada músculo de mi cuerpo los días que no voy.


Decidí vivir en forma permanente en Arafundaba. Preparé mis cosas (en realidad, verifiqué que la llave de gas estuviera cerrada, al igual que la puerta), llamé a mi jefe para renunciar a mi empleo y efectué por última vez el ritual previo al viaje. Ordené mi cuarto, guardé la ropa y lavé los platos. Esta vez decidí escuchar A Love Supreme y fascinarme con sus interminables solos de contrabajo y saxo.

Ya todo estaba listo. Saludé por última vez al mundo y me dispuse a viajar a Arafundaba de forma permanente. El líquido de mi último y fatal trago de bebida baja por mi esófago. Es el último elemento del ritual para residir definitivamente en mi mundo amado. Mis ojos se cierran y lo último que llego a ver de este mundo es la caja de cianuro apoyada en mi mesa de noche. Ya pierdo la noción, y empiezo mi último viaje. Mi bus llega a Arafundaba y me reciben con alegría e innumerables voces cantan armónicamente melodías que jamás he escuchado. Las nubes pasan dejando ver un cielo soleado. Será otro día hermoso en Arafundaba.


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Los árboles poseen una dura corteza. Tal vez por eso resisten mejor los golpes del destino. Sin embargo, tengamos presente esto: los árboles más duros sobreviven; en cambio los débiles son propensos a caer por una mera tormenta

(Nota mental: recordar a los árboles y su sabiduría)


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No fue sino hasta que me encontré con el Castor Jefe que comprendí mucho sobre la vida. El Castor Jefe me enseñó el modo de vida de su pueblo y los grandes rascacielos que lograron construir. Vencieron a sus depredadores naturales y se reprodujeron hasta constituir una verdadera plaga que todo lo destruye y todo lo contamina.

Por algún motivo, siento que es una historia que ya he escuchado antes.


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Y las piedras bailaban un ritmo armónico y pegadizo. Los animales se conglomeraban alrededor y veían el show. Los árboles dejaban caer sus hojas, lenta y sincronizadamente.

Y todo era un espectáculo hermoso. En la oscuridad de la noche, solo iluminada por unos graciosos bichos de luz, El Baile de las Piedras tuvo lugar. Fue memorable por generaciones. Los lobos aullaban una preciosa melodía y los monos se sumaban al esplendoroso baile. Las panteras coreaban la melodía y los grandes animales de la selva, como los elefantes, leones e hipopótamos solo observaban y disfrutaban de la fiesta. Las aves abandonaban su reposo nocturno y volaban alrededor, entremezclandose con las piedras danzantes.

Y todo terminó al día siguiente. Los animales volvieron a su rutina, los árboles dejaron de arrojar hojas al viento. Las aves emigraron como todos los años. Elefantes y cebras volvieron a su comportamiento normal, y los leones y las panteras se dispusieron a cazar nuevamente. Se había acabado la tregua en la selva y todo retornó a la normalidad.

Y las piedras dejaron de bailar. Sin embargo, un pequeño grupo no deseaba dejar de bailar y al observar el regreso de la triste normalidad, decidieron partir hacia algún lugar en el que pudieran bailar por siempre. Dicen que fueron vistas en un lugar llamado Arafundaba.

domingo, 19 de abril de 2009

Recital de Fry / Those Eyes

El 30 de abril me estaré presentando con mi banda Fry en Acatraz. Los espero!!!



Para comprar las entradas pueden contactarme al mail que aparece en el perfil o a fryprog@gmail.com . Valor de las entradas: $10 (incluye una consumición).

Les dejo la letra de uno de nuestros temas:


Those Eyes


[I: Into Insanity]

My vision blurs,
my mind fools me
Reality is not clear
Where am I standing now?

Moving floor,
changing sky
And in my soul,
I feel them looking at me

Memories from an old day
is all I have
When those eyes
first stared at me

What are those sounds?
What is that fog?
Am I still at home?
Or it´s just my troubled mind?

[Me:] Is this what happens to a soul full of greed and selfishness?

[The Eyes:] The line that splits sanity from madness is thin and fragile


[II: The Chasing Eyes]

Your dreams are ruined,
your thoughts are twisted
Confusion we are spreading
into your mind and soul

You have a pending issue to solve
till madness and hate consume you
Blaming us has no sense
as you created what we are

--chorus--

These chasing eyes of insanity,
will never let your soul go.
Mistakes from the past you must pay,
it is no time to regret.

[III: Is there a way back?]

--chorus--

These chasing eyes of insanity,
will never let your soul go.
Mistakes from the past you must pay,
it is no time to regret.


Fry - Those Eyes

lunes, 13 de abril de 2009

Retorno Interminable (Parte XX)

Furiosamente entró a la habitación y cerró la puerta de un golpe. No podía creer la incompetencia de sus subordinados. Se sentó un momento a pensar, ya que la situación era grave: si la operación fallaba, traería aparejada la muerte de millones de personas. Era una gran responsabilidad, pero él estaba bien entrenado para enfrentar el problema. Muchos años al servicio del Estado le aportaban una gran confianza en sí mismo, aunque también le aportaban mucho nivel de estrés. De hecho, él recordaba ser mucho más amable y dócil de joven.

- General Nobile, estamos preparados- dijo un soldado.

- Ya era hora, no sé porque se demoran tanto. Ordenen que las tropas estén en posición. No permitiré que esos malditos rebeldes logren tomar el poder- contestó el General Nobile, tras lo cual se levantó de su silla y fue hacia la sala de mando.

Lo único que deseaba era que todo esto terminara. Sabía que si esta operación salía bien, le iban a permitir jubilarse con honores y teniendo solo 39 años. Las leyes de su país -más en tiempos tan difíciles- eran muy beneficiosas para los miembros de las fuerzas armadas. De todos modos, aún con sus 39 años, él se sentía viejo. Ya había perdido gran parte de la destreza que poseía de joven, y ya solo servía para dar órdenes.

Además, se sentía olvidadizo. Muchas veces debía pensar un largo rato para acordarse de sucesos recientes y, a veces, hasta olvidaba el nombre de su padre o determinados sucesos de su pasado. Él atribuía ese fenómeno exclusivamente al estrés que, en poco tiempo, se terminaría para siempre.

También extrañaba mucho su hogar, aquél que hace tanto tiempo dejó y el cuál siempre recordaba con frescura y cariño. Se preguntaba si Lucrecia aún lo seguiría amando, ya que él no dejaba de pensar en ella un solo instante, aún después de tantos años sin verla y sin poder siquiera hablarle. Le fue completamente imposible hacerlo, aunque no esperaba que ella entendiese. La misión para la que fue llamado era de una importancia vital para el país, y exigía vivir en la clandestinidad por tiempo indefinido. Pero pronto, todo llegaría a su fin y el podría retornar a su hogar.

Un subordinado directo lo interpeló acerca de los detalles de la operación. Nobile estaba nervioso e hiperactivo, pero confiado. El Coronel Briggs le dijo:

-Loan, este será tu pase a retiro sin lugar a dudas. Habrán fiestas y siempre se recordará tu nombre.

Ya estaba todo preparado. El General Nobile dio la orden y el ejército atacó con misiles sobre la población, pero en blancos estratégicos. Sabía la posibilidad de bajas civiles inocentes, más era una condición necesaria para sofocar la insurgencia.

Si bien deseaba luchar en el campo de batalla, no despreciaba su posición de general, aún cuando todo parecía lejano y distante ya que él actuaba según lo que se le informaba, y según los datos que le proporcionaban sus asistentes. A veces hasta pensaba que todo era un gran simulacro, como un videojuego en el que uno da las órdenes y los cambios sólo se aprecian en la pantalla, pero jamás en la vida real. Era un pensamiento muy estúpido, aunque así lograba que el remordimiento le pesara menos.

El coronel Briggs le informaba los avances y todo parecía marchar favorablemente. En poco tiempo, el foco insurgente habría sido derrotado. Sin embargo, el nivel de estrés del General Nobile había alcanzado un pico máximo.

De repente, todo estaba borroso y confuso. No recordaba que había hecho el día anterior y había olvidado su primer nombre. Luego olvidó su apellido, su pasado y su presente y su mente se sumergió en un vórtice del que no encontraba la salida. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo y empezó a ver todos los objetos de la sala de mando con siluetas no delineadas y borrosas. Un momento después, el General Loan Nobile cayó al piso desmayado.

No sabía cuanto tiempo había estado inconsciente. Se encontraba en un cuarto de hospital y el Coronel Briggs se hallaba a su lado.

- Tengo malas noticias - le dijo Briggs y agregó -la rebelión fue apaciguada... a costa de destruir por completo una región del país de la que solo queda un enorme hueco en el suelo. Debo confesarte algo... me agradabas, de veras. No hubiese querido que esto sucediese, pero no has sabido manejar bien la situación y cuando más necesario eras sufriste este desmayo.

- Soy tu superior, no podés hablarme en ese tono - le respondió Loan, que no dejaba de sorprenderse ante tal inédito discurso.

- Mi querido Loan, tengo que confesarte algo más - le dijo Briggs, - No sos superior de nadie, todo este tiempo fuiste sólo un títere. Las cosas no son lo que parece y alguien tiene que pagar el precio de este error y no seré yo.

Loan estaba perplejo y antes que pudiera decir algo Briggs agregó:

- Veré que el programa de lavado de cerebro sea llevado a cabo con el menor dolor posible. Te repito, me caes bien. ¡Sin rencores! ¡Hasta pronto Loan!

Antes que pudiera siquiera levantarse de su cama para increpar a Briggs, Loan empezó a sentirse mareado nuevamente y sufrió otro desmayo. Su mente volvió a entrar en un vórtice, uno del que ya no tendría retorno. Loan Nobile volvió a sufrir la manipulación de su cerebro.