martes, 24 de febrero de 2009

Retorno Interminable (Parte XV)

El avión despegó tras una hora de espera. Le pareció mucho tiempo, se había acostumbrado a los despegues rápidos. El viaje duraría alrededor de 10 horas, tras lo cual llegaría a Estambul y cumpliría su misión.

Dado que la noche anterior había dormido muy poco, dedicó las 3 primeras horas de su viaje a dormir, rechazando el aperitivo de las 5 pm (¿o serán las 4 pm, o las 6 pm?). Luego, al haber descansado someramente, se dispuso a matar el tiempo leyendo, por lo que sacó de su bolso de mano un libro que hacía mucho había empezado a leer y que aún no había terminado.

"Capítulo XVIII

Y entonces K., como dejara vagar la mirada, vio en su apartada vuelta del corredor, a Frieda; ella hizo como que no lo conocía: tan sólo lo miró fijamente; llevaba en la mano una bandeja con vajilla vacía..."

El pasaje que leyó le trajo mucha nostalgia. Extrañaba a Lucrecia, a la que hacía tiempo tuvo que dejar por razones que no recordaba del todo bien. De hecho recordaba poco de su pasado, solo tenía imagenes de épocas bien distintas con grandes vacíos en el medio. Aún recordaba su última vuelta a su hogar y las tranquilas mañanas desayunando con Lucrecia y los otros. Su tiempo libre era abundante. Pero por aquél entonces no sabía lo que le depararía su futuro.

Habían pasado 3 horas. Se le acercó una aeromoza y le dijo:

- ¿Desea cenar señor? Son las 8 pm.

Se hallaba sumamente hambriento e irritado por lo que le contestó:

- Serán las 8 pm en el país desde el que partimos, pero en esta región del globo está tan oscuro que deben ser como las 12. Y ustedes se toman todo el tiempo del mundo para traerme mi puta cena. Tengo hambre como si no hubiese comido en 15 días, todo por la incompetencia de esta aerolínea y sus fracasados aeromozos.

Le hechó una mirada tan desafiante y agresiva a la aeromoza que esta ni atino a contestarle, y le sirvió su cena de inmediato.

- Tripulación, ubiquensen en sus lugares. Preparense para el aterrizaje- sonó por el altavoz del avión. Finalmente, había llegado a Estambul.

Tenía el presentimiento de que este viaje sería distinto. Una extraña sensación de que algo iba a salir mal. Se hallaba desganado, sin ganas de cumplir su misión. Buscó su equipaje y luego salió del aeropuerto. Allí paró un taxi. En un perfecto turco le dijo al taxista la dirección a la que quería que lo llevase. Luego, se dedicó a apaciblemente observar el paisaje.

- Un lugar realmente bello, lástima que no pude venir antes. Intentaré volver- pensó, y comparó lo que veía durante el recorrido con todos los otros lugares por donde estuvo viajando los últimos 5 años.

Finalmente llegó a su destino. Le pagó al taxista y descendió del vehículo. Fugazmente entró al edificio, mostrando una identificación falsa. Saludó al guardia y se dirigió hacia el ascensor. Marcó el piso 6. Su blanco estaba en la habitación 68. Descendió del ascensor y buscó la habitación. Una vez que la encontró, miró hacia el pasillo detrás de él, y hacia la escalera que se encontraba a su derecha. No habiendo nadie, abrió la puerta de una patada y entró.

Dos disparos de su arma cumplieron la misión. Volvió por el mismo ascensor por el que había subido. En el hall de la planta baja saludó amablemente -y por segunda vez- al guardia y le deseó buenas noches. Busco un taxi y pidió al taxista que lo llevara hasta un hotel en el que tenía una reservación. La noche finalizó y también su misión. Su presentimiento estaba equivocado, nada pasó. Ya contaba 63 muertes a las que no les encontraba sentido alguno. Él solo deseaba volver a ver a Lucrecia. Él solo deseaba retornar a su hogar.

1 comentario:

  1. R,
    Como te dije antes, R I parte IX fue el post que más me habia gustado pero ahora que leo éste, ya no estoy segura!
    Cada entrada supera la anterior. La historia promete! Y al igual que Retorno Interminable también prometo (volver) ji-ji-ji Besos.

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